La calidad y seguridad de los alimentos depende de los esfuerzos de todas las personas involucradas en la compleja cadena de producción de alimentos, que va desde el procesamiento hasta el consumo del producto. El consumidor es el eslabón final de esta cadena.  Para él, disfrutar de una  buena alimentación  debe ser una experiencia agradable y sin riesgo para la propia salud, como podría ocurrir en el caso de una intoxicación alimentaria provocada por la ingesta de microbios patógenos o toxinas. Afortunadamente, existen medidas sencillas para evitar la contaminación: mantener una perfecta higiene de manos, utilizar utensilios limpios o llevar ropa de trabajo adecuada y previamente higienizada.

El cumplimiento de las normas básicas de higiene es un deber para cualquier operador de empresa alimentaria.